Entre pleitos y egos los caudillos históricos paralizan la renovación en La Fuerza del Pueblo o mejor dicho la FUPU

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San Francisco de Macorís/ Jose Valdez La Fuerza del Pueblo vive uno de los momentos más contradictorios y tensos desde su fundación, y la responsabilidad recae precisamente en los mismos dirigentes que construyeron su discurso político atacando las viejas prácticas del PLD.

Lo que antes denunciaban con fuerza, hoy lo están repitiendo sin pudor alguno, dejando al descubierto que el cambio que prometieron fue solamente una estrategia de campaña para arrastrar militantes, no una convicción real.

Durante años, muchas de estas figuras culparon públicamente a los Núñez y a otros grupos internos del PLD, alegando que eran ellos quienes bloqueaban la renovación, cerraban espacios, imponían liderazgos eternos y mantenían un esquema político que asfixiaba a los jóvenes.

Esa narrativa fue la que motivó a miles de personas a abandonar el PLD y sumarse al proyecto verde convencidos de que allí sí existía un camino distinto. Pero ahora, irónicamente, la misma crítica que usaron como bandera está regresando a ellos como un espejo ¿y entonces los Acosta, qué es lo que están haciendo?

Miembros de la organización aseguran que en La Fuerza del Pueblo se está repitiendo la misma historia, pero con nuevos protagonistas.

Las acusaciones internas señalan a los Acosta y otros dirigentes históricos por actuar exactamente igual que aquellos a quienes antes condenaban. Según las bases, hoy son ellos quienes cierran puertas, bloquean el avance de los jóvenes y manipulan estructuras internas para conservar las posiciones como si fueran propiedad privada.

El ambiente se ha deteriorado al punto de que ya no se trata de simples diferencias políticas, sino de batallas abiertas por control, cuotas de poder y permanencia en los principales puestos.

Egos inflados, decisiones arbitrarias y reuniones tensas se han convertido en el pan de cada día dentro del partido, dejando claro que quienes prometieron modernidad han terminado replicando el mismo modelo de eternización que criticaron en el PLD.

Dirigentes jóvenes expresan sentirse engañados por completo. Muchos aseguran que se esforzaron trabajando en las calles, formando equipos y construyendo estructuras porque creyeron en un proyecto que supuestamente iba a poner fin a la política vieja.

Pero hoy, esos mismos jóvenes dicen que los líderes tradicionales nunca soltaron el control y que, por el contrario, están más aferrados que nunca, actuando como si los cargos fueran hereditarios o vitalicios.

El descontento ha alcanzado a sectores amplios de las bases, que ven con decepción cómo la Fuerza del Pueblo está cayendo en las mismas prácticas que tanto criticó.

La frustración crece al comprobar que los discursos de cambio fueron utilizados para ganar simpatías, mientras en la realidad interna se mantiene un sistema cerrado, rígido y dominado por unos pocos que se resisten a ceder.

Mientras las tensiones se intensifican, el partido envía un mensaje peligroso: que el relevo generacional sigue siendo un mito en la política dominicana y que los caudillos históricos, sin importar su color partidario, siempre encuentran la manera de perpetuarse.

La Fuerza del Pueblo arriesga así su credibilidad, su cohesión interna y la confianza de quienes creyeron en un proyecto que, según se observa hoy, está reproduciendo exactamente lo mismo que juró transformar.


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